El aprendizaje virtual

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Definición de alumnado virtual («e-learner»)

El alumnado virtual emplea tecnologías web para aprender a distancia (a través de internet o intranet) contenido didáctico en el marco de un programa de aprendizaje o formación a distancia (FAD). Este alumnado remoto puede estar compuesto por particulares o profesionales, empleados por cuenta ajena o autónomos. Dependiendo de las características del alumnado, la modalidad de seguimiento del curso y la comunidad a la que se adscriba, será posible clasificar dicha formación como «MOOC», «COOC» o «SPOC»:

  • Si la comunidad de aprendizaje está abierta a todo el mundo y, por lo tanto, es masiva, el aprendizaje virtual recibe el nombre de «MOOC» («Massive Online Open Course» o «curso en línea masivo y abierto»).
  • En cambio, si el alumnado virtual está formado por empleados de una empresa u organización, la formación en línea recibe el nombre de «COOC» («Corporate Online Open Course» o «curso en línea corporativo y abierto») y suele impartirse a través de una empresa de formación.
  • Si dicha comunidad de aprendizaje es muy restringida, se denomina «SPOC» («Small Private Online Course» o «curso en línea pequeño y privado») y puede impartirse a través de una empresa de formación que desea ofrecer un curso específico a un número reducido de alumnos virtuales.

Principales características del aprendizaje virtual

Las diferencias que existen entre el alumnado presencial y el alumnado virtual sirven para definir las características de una formación a distancia (FAD).

Se pueden resumir, básicamente, en dos palabras: autonomía y libertad. En una formación presencial, todo viene impuesto: el lugar, la hora, el contenido de la formación, la duración de los módulos, la presencia de otros alumnos, etc. En la formación a distancia, en cambio, todo es optativo: el lugar, la hora y el contenido. Solo la propia formación y su duración son obligatorias.

A cambio de esta libertad y autonomía, el alumnado tiene que asumir responsabilidades y gestionar su motivación, por lo que debe estar realmente interesado en aprender. En la formación a distancia, la docencia ya no es exclusivamente descendente y unilateral, puesto que la transmisión de conocimientos no procede únicamente de los formadores. El alumnado se forma a sí mismo y el/la formador/a del curso virtual se convierte en un facilitador.

El papel del alumno en una formación a distancia consiste en cuestionar el propósito del curso, es decir, ¿por qué aprender? (motivación para aprender) y ¿cómo aprender? (compromiso con el curso). En las formaciones a distancia, el papel de los formadores ya no se limita a la mera transmisión de conocimientos, sino que incluye también otros aspectos. Estos últimos deben ser capaces de moderar una comunidad, incentivar al alumnado a distancia y crear un espacio de convivencia e intercambio. Además, su capacidad de organización debe desarrollarse todavía más, ya que la formación a distancia requiere una planificación mayor: hay que preparar meticulosamente todas las clases y dominar todas las herramientas tecnológicas utilizadas.

¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes del aprendizaje a distancia para el alumnado?

Las ventajas y los inconvenientes para el alumnado del aprendizaje virtual son:

  • Las principales ventajas son la flexibilidad, la autonomía, la adaptabilidad y la capacidad de elección, unos costes menores y el seguimiento en tiempo real de los progresos, la asunción de responsabilidades, la autoevaluación, etc.
  • Los inconvenientes son, esencialmente, los riesgos derivados de la pérdida de motivación, el problema del manejo de las herramientas, la ausencia de una presencia humana física y, a veces, la complejidad de uso.

El problema de la motivación del alumnado está directamente relacionado con el compromiso con la formación virtual, ya que casi el 80 % del alumnado inscrito en un MOOC nunca lo termina. Por tanto, es esencial que el alumnado virtual comprenda qué lo motiva a realizar el curso y las razones que lo llevan a cursarlo e, incluso, completarlo (compromiso).

El «Livre blanc du Digital Learning 2019» (Libro blanco del aprendizaje digital 2019), publicado por el ISTF (Instituto Superior de Tecnologías de la Formación de Francia), incluye algunas cifras recabadas a partir de 400 profesionales de la formación. La formación 100 % presencial ha perdido otros 4 puntos, de modo que únicamente representaba el 29 % de las modalidades de formación presentes en 2018. En el caso del alumnado virtual, los tres principales factores de su compromiso son la presencia de un/a tutor/a (19 %), la implicación jerárquica (17 %), la certificación de la formación (16 %) y la adecuación profesional (14 %). Por lo tanto, no hay que subestimar el papel de las tutorías, ya que pueden duplicar la tasa de participación en un módulo de aprendizaje virtual del 23 al 51 %.

Características de los formadores de alumnado virtual

En el caso de los formadores de alumnado virtual, los inconvenientes del aprendizaje a distancia son significativos: ausencia de contacto directo con el alumnado y necesidad de desempeñar varios cometidos a la vez: docente, «coach» o, incluso, especialista técnico. En esta segunda parte, examinaremos los desafíos a los que se enfrentan los formadores a distancia.

¿Cuáles son los retos que deben afrontar los formadores virtuales?

La formación presencial es una actividad humana en que la convivencia y la puesta en común están omnipresentes, ya que los alumnos pueden intercambiar ideas fácilmente entre sí y con su formador/a. Para reinventar esta convivencia, los formadores virtuales deben demostrar creatividad e iniciativa. En este sentido, deben ser capaces de moderar una comunidad de alumnos a distancia.

Desafíos técnicos

El aprendizaje virtual implica apoyo técnico. Sin ser especialistas en informática, los formadores necesitan saber usar un mínimo de herramientas para dirigir una comunidad en línea, compartir contenidos en una plataforma, crear sesiones de formación en vídeo, etc. Es más, una vez terminada la formación, también deben brindar una asistencia técnica básica a los alumnos. En cuanto a la creación de contenidos, por ejemplo, deben entender el principio de funcionamiento de una herramienta de autor o la norma SCORM para un módulo formativo.

El desafío docente de los formadores a distancia

La creación de contenido multimedia tiene un coste. Por eso, los formadores virtuales deben poner en práctica sus conocimientos pedagógicos seleccionando los contenidos que desean incluir en las formaciones a distancia. Además, tienen que ser capaces de adaptar dicha información a un soporte digital.

Aparte de su función docente, se les puede pedir también que realicen una labor complementaria en el marco del desarrollo de tutorías a distancia. Los métodos didácticos que se emplean en un curso de formación virtual difieren de los que se emplean en la formación presencial. Para hacer frente a estos nuevos desafíos, los formadores no tienen más elección que formarse también y aceptar que puede ser necesario replantearse algunos de los fundamentos de su docencia.

Por último, los formadores virtuales deben ofrecer apoyo a sus alumnos y animarlos a querer aprender y completar su formación, aun cuando estos se encuentren en lugares geográficamente distantes.

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